Miles de pescadores se movilizan en Madrid contra el nuevo catálogo de especies invasoras.
Incluye a especies tan asentadas como la trucha arco íris.

Las cifras varían entre 80.000 según recuentos oficiales y 150.000 según la organización. Pescadores, piscicultores y cazadores en menor medida que convirtieron la Castellana y la Plaza de Colón en un auténtico río de gentes venidas desde todos los puntos de España con sus pancartas para reivindicar lo que parece de sentido común: que se permita seguir practicando una actividad tradicional, profundamente instalada en el medio rural, al igual que en el resto de la Unión Europea. Una actividad que a la par de su interés social representa una importante fuente de ingresos y de puestos de trabajo. Para Raúl Rodríguez, director de la Organización de Productores Piscicultores «Es curioso y significativo que una manifestación como esta no tenga relevancia en los telediarios ni en la prensa, que si se hace eco de un mínimo movimiento de los ecologistas. ¿Por qué a nadie le interesan las reivindicaciones de la gente del mundo de la pesca, la piscicultura y de la caza?».

Lo cierto es que la sentencia del Tribunal Supremo, que incluye al cangrejo rojo, la trucha arco iris y la carpa, entre otras especies, en el catálogo prohibirá criar, comercializar y pescar dichas especies en cuanto salga modificada la Ley en el BOE. Pero nadie entiende que va a pasar entonces ni que métodos se emplearán para eliminar dichas especies de nuestras aguas, si es que se puede y no conlleva un desastre ecológico mucho mayor. Especies absolutamente populares alguna de las cuales, como la carpa, ya fueron introducidas en la época de los romanos y otras, como la trucha arco iris, constituye una importante industria que convierte a España en el cuarto productor europeo. Sin olvidarnos del cangrejo rojo, absolutamente adaptado en las charcas y lagunas y que ya sirve de alimento a múltiples especies protegidas como la nutria. Agustín Albiol, coordinador de la Plataforma en Defensa de la Pesca afirma que somos el único país europeo que legisla contra su propia industria. «Es patente la separación entre el mundo rural y el urbano. Decisiones que se toman en los despachos sin medir las consecuencias. Acabaremos cerrando nuestras piscifactorías e importando truchas noruegas o francesas».

Pero los organizadores se proponen llegar mucho más lejos. Los manifestantes son una mínima parte de los cinco millones de españoles que practican o se relacionan económicamente con la caza y la pesca y que pueden influir decisivamente en unas elecciones. En todo caso es la primera vez que hay un gran acuerdo en este sentido. Habrá que estudiar los programas electorales y confeccionar un plan de voto, tal vez entonces nos hagan caso. Esto no es nada nuevo y ya se ha hecho en los países del Este. En todo caso la normativa europea concilia perfectamente estos intereses excluyendo en un anexo del catálogo a las especies exóticas que dan un beneficio socioeconómico y cuya explotación está controlada. No les cabe en la cabeza que hagan esto», concluye Fernando Torrent, Profesor de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Montes, Forestal y del Medio Natural.